PASANDO PAGINA EN KATHMANDU
Descansando, hidratando, comiendo bien, recordando ciertas cosas
y olvidando otras. En definitiva, pasando página de la expedición
del Dhaulagiri. Así tiene que ser. Tenemos en ciernes una nueva
expedición y hay que dejar atrás la pasada. No obstante,
es imposible no recordar ciertos momentos. Ha sido una buena expedición.
Rápida en el tiempo, un mes de campo base, eficaz en sus contenidos,
primera ascensión aragonesa a la cima, primera femenina aragonesa,
homenaje a nuestros amigos fallecidos y sobre todo, ha habido un muy buen
ambiente de camaradería y de trabajo en común. También
ha habido momentos difíciles. La desaparición de nuestro
compañero Rafa, la debacle de los argentinos, la llegada muy tardía
a cima de Marta seguida de la enorme tensión durante toda la noche
hasta su llegada al campo 3, ya de madrugada. Como en otras ocasiones,
ha sido una mezcla de lo bueno y lo malo, pero si tuviese que sacar un
resultado medio, sin duda, sería bueno.
El helicóptero, de nuevo, nos trajo hasta el calor de Kathmandu.
Hemos pasado 3 días como en un sueño, recuperando los sentidos
maltratados y volviendo poco a poco a la vida. No obstante, para Pérez
y para mí, va a ser sólo un paréntesis en esta larga
campaña nepalí. Dentro de 4 días partiremos hacia
nuestro nuevo objetivo, hacia el Lhotse, de 8.501 m de altura. Es la 4ª
montaña de la tierra, una gran gigante, un titán del Himalaya.
Hemos tomado esta decisión después de meditarla muy muy
bien. Nuestro objetivo inicial era, como sabéis, el Everest. No
obstante, no ha sido un año normal para esta montaña. El
Gobierno chino, llevado por la locura de subir la antorcha olímpica
a la cima, obligó a Nepal a cerrar la montaña hasta el día
11 de Mayo. Eso era en principio, puesto que si luego sus fechas se retrasaban,
hubieran hecho cualquier cosa por mantener la montaña a su merced.
El gobierno nepalí, débil en su carácter, agachó
la cabeza y permitió entrar, incluso, al ejercito chino en su territorio,
para velar por la integridad de la medida. En esas condiciones, nuestra
decisión fue firme. No ibamos a jugarnos más de 70.000 dólares
del permiso de escalada al antojo de los señores bajitos y mandones
del otro lado del Himalaya. Así pues, nos centramos en el Dhaula,
ya con la intención de mirar hacia otra montaña si todo
salía bien. Afortunadamente, así ha sido. Tenemos la gloria
del Dhaula y con esa bendición, vamos decididos hacia otro gigante
nepalí. Vamos a intentar escalar los 8.500 m del Lhotse. No va
a ser fácil. Elevarse, en mi caso, sin oxígeno, hasta esta
tremenda cota, después del gran esfuerzo realizado en el Dhaula,
va a suponer un empeño total, una concentración a prueba
de bombas y una determinación similar a la de nuestro bien querido
Palafox. Afortunadamente tengo todo esto en mis manos y sólo espero
que las circunstancias de la montaña nos acompañen, que
el Lhotse me respete como un gran adversario y que pueda sumar, dentro
de unos pocos días, mi noveno ochomil. Después, será
el momento de volver a casa, tras casi 3 meses de cruzada. Anhelo volver
a ver a los míos, a abrazarlos y besarlos. Deseo decirles que no
tienen que esperar más, que no tienen que sufrir más angustias.
Pero todavía no puedo hacerlo. Todavía no ha llegado el
momento. Todavía suenan las fanfarrias de la batalla. No me conformo
con el Dhaula. Estoy sediento de más montaña, de más
ochomiles y me dirijo, con paso firme, a saciar mi sed hacia al Lhotse.
Mañana despediremos a Marta que vuelve a España a sanar sus heridas. No son importantes, pero le han apeado de esta aventura dura y larga. Pasado prepararemos todos los papeles y el día 13 volaremos de nuevo por los valles de Nepal, hasta colocarnos en los 5.400 m de nuestro campo base. Sólo habrá un intento, una oportunidad y todo se resolverá en un muy breve espacio de tiempo.
Vamos a por ello, a por el doblete, a por todas.
Carlos Pauner
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