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SE ACABÓ
por Carlos Pauner
Contundente, pero cierto. Hoy día 26 de mayo, como líder
de la expedición española al Everest 2.005, me he
visto en la obligación de declararla cerrada. Tenemos pronóstico
hasta el día 1, que como ya se podía vislumbrar
hace unos días, es malo. Viento, viento y muy pocas oportunidades
para los que van con oxígeno y ninguna para los que no
utilizan esta ayuda artificial. Además, la temperatura
ha aumentado sensiblemente y la cascada de hielo entre el campo
base y el campo 2 va mostrando signos muy alarmantes de colapso.
El agua corre por debajo y los bloques se han vuelto más
inestables que de costumbre. El riesgo de cruzar por este lugar
en los días venideros es muy alto y sobre todo para los
Sherpas que tienen que transitar por este macabro lugar con muchísimo
peso a sus espaldas. No es un riesgo aceptable, o por lo menos,
yo pienso que no lo es. Sin posibilidades de éxito y con
esa amenaza en la parte baja de la montaña, no me siento
capaz de seguir persistiendo en el empeño y mucho menos
permitir que sigan trabajando Sherpas de mis compañeros
en este peligroso lugar. A fecha de hoy, y como hecho histórico,
no ha subido nadie por la vertiente sur. En la norte, tan sólo
hay algunas ascensiones con oxígeno. Sin duda no hemos
tenido suerte en este año 2.005. Esto es así. Parte
de la grandeza de estas expediciones es la incertidumbre que supone
alcanzar su cima. Sin esta variable incontrolada, que es el tiempo
meteorológico, perdería su atractivo, y tan sólo
dependeríamos de nuestras fuerzas y tácticas. Afortunadamente
no es así. A la dureza de la escalada, la amenaza de la
altura y a los peligros objetivos inherentes a la montaña,
hay que sumarle unas condiciones atmosféricas normalmente
malas, y esta mezcla confiere el grado de dificultad máxima
que tienen estos gigantes asiáticos. Personalmente, ya
es la segunda vez que el Everest me rechaza. No me ha permitido
luchar en sus aristas cimeras ni por esta vertiente ni por la
otra. Estoy decepcionado, pero realmente no estoy triste. He hecho
todo lo posible y tras dar muchas vueltas a la situación,
estoy convencido que la decisión tomada es la mejor. Sobrevivir
en el Himalaya, es una cuestión de saber cuando arriesgar
y cuando no hacerlo, pues conduce a la ruina absoluta. La capacidad
de saber elegir entre ambas opciones, se basa en la experiencia
acumulada en estas montañas y es un bagage importantísimo
para seguir vivo y poder seguir acumulando cumbres. No tengo ninguna
duda de que al Everest ya le llegará su momento.
Ahora, es tiempo de organizar toda la retirada y de tratar de
llegar a nuestro vuelo, que sale de Kathmandú el día
31 de este mes. Recoger todo el material, organizar los porteadores
con toda la carga y realizar las gestiones administrativas para
cerrar la expedición. Ese será el final de esta
temporada, aunque realmente ya estábamos viviendo hace
un tiempo la crónica de una muerte anunciada. Dentro de
escasos días partiré hacia otro lugar del mundo,
para intentar escalar otro ochomil. Debo cargar las pilas, olvidar
este fiasco y volver a ser poderoso para luchar en otra difícil
montaña, donde todo está por hacer y por decir.
El Nanga Parbat de 8.150 m,situado en los confines de Pakistan,
me deparará una nueva aventura, unos nuevos compañeros,
en definitiva, unas nuevas y grandiosas vivencias en la zona de
la cota extrema.
Tengo ganas de volver a casa, aunque sólo sea para unos
pocos días. Tengo ganas de volver a ver mi Tierra y encontrarme
con familiares, amigos y conocidos para llenarme de vida. He pasado
mucho tiempo aquí, en el mundo mineral e inanimado y esto
deshumaniza. Quiero agradecer personalmente a todas las personas
que han apoyado esta expedición, a los que han confiado,
soñado y se han decepcionado junto conmigo. Hemos vivido
las historias del Himalaya, que siempre son así, agridulces.
Gracias a Heraldo e Ibercaja, esta aventura humana no quedará
en el recuerdo. Volvemos con un cargamento de imágenes
y sonidos para que podais vivir de primera mano todo lo que aquí
ha acontecido. A mi patrocinador, el Gobierno de Aragón,
bueno, a todos los amigos que intengran este ente, una vez más,
mi sincero agradecimiento por saber darme, día a día,
la tranquilidad que necesito para poder tomar aquí arriba
las mejores decisiones. Gracias a todos los que habéis
seguido la página web o los relatos de las crónicas.
Vuestro apoyo es nuestra fuerza y tener por seguro que vamos a
volver a vibrar en nuevas aventuras, en las próximas cimas
que sin duda, están por venir. Esto no es una despedida,
tan sólo un hasta luego, un paso más en este excitante
camino por las más altas cumbres del planeta. Hasta pronto.
Carlos Pauner
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