EL REENCUENTRO (Sábado
5 de Junio de 2004)
De nuevo en esta tierra salvaje. Tras unos años de no pisar Pakistán,
la toma de contacto ha sido emocionante. El pais está muy
tranquilo y como siempre, nos reciben con los brazos abiertos.
Después de hacer los ingratos trámites burocráticos,
que ya son un clásico, sorprendentemente seguimos el esquema
propuesto y salimos en autobús rumbo a Skardu al día
siguiente de llegar. Todo va según lo previsto y esto,
a veces, te hace recelar. Pero no, en esta ocasion no hay trampa
y tras sufrir esas 25 horas de pseudocarretera, llegamos a Skardu.
Nos acompañan en esta aventura cinco amigos de Zaragoza
que han venido a recorrer la marcha de aproximación hasta
nuestro campo base, por lo que revivimos la sorpresa y el estupor
que se sienten cuando se pisan estas latitudes por primera vez.
Están inquietos por la marcha de aproximación, por
la altura, por el frío, en fin, por todo, pero poco a poco
van descubriendo este mundo tan distinto al que conocen.
Sin novedad llegamos a Payu. Este pequeño oasis se abre
a las puertas de la entrada del glaciar de Baltoro. Desde este
privilegiado lugar se ve cercano el hielo que se derrite para
formar el río Braldo. En Payu estaremos descansando un
día entero, para luego continuar el camino. Es una tradición
y sobre todo los porteadores lo aprovechan muy bien, para abastecerse
para los días que van a pasar en el frio hielo. Esta noche
habrá fiesta. Ellos cantarán en la noche, formando
un círculo y con los ojos llenos de una emoción
especial, bailarán unos ancestrales bailes e incluso nos
invitarán a acompañarles en esta faena. Nosotros
les mostraremos algo de nuestro folklore, pero ya podeis imaginar
que nos salvará su desconocimiento hacia nuestra música
y acabarán pensando que nuestros desafinados cantos y extravaganes
movimientos formar parte de una selecta selección de lo
mejor de nuestras tradiciones. Concluirán, seguro, que
lo suyo es moderno en comparación. Más allá
nos espera el Baltoro y sus centinelas de piedra. Pronto estaremos
allá.
|