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BUEN INTENTO   ( Sábado, 3 de Julio de 2004)

En eso se ha quedado nuestro primer ataque en serio al Gasherbrum I, en un buen intento. Salimos el día 29 por la noche, hacia las 12, con mas de 17 Kg cada uno a la espalda. No había opción, había que subir los sacos de dormir, el traje de altura, guantes, comida, etc. Tras caminar por el frio glaciar y contemplar un bello amanecer. llegamos con el alba a la ubicación del campo 1, a 6.000 metros. Hay bastantes mas tiendas que antes, pero es que poco a poco la morrena se ha ido poblando con alpinistas venidos de todos los confines del mundo. Allí está nuestra tienda, que nos sirve de cobijo a material que acopiamos la última salida. Cogemos una tienda y 250 m de cuerda y algo más, haciendo que nuestras mochilas se vayan ya a los 25 Kg. Demasiado peso y mucho camino por delante, pues nuestra idea es llegar a hacer noche al campo 2, a 6.500 m. A la vista, todo un llano glaciar, donde nadie se ha aventurado. Son las 9 de la mañana, cuando comenzamos la travesía. Se unen a nosotros una pareja de holandeses que parecen ser los únicos con ganas realmente de hacer alpinismo. Vamos abriendo huella en la pesada nieve caida hace unos días. Este llano se hace interminable. Cuanto tendrá?, 5?, 8 km?, no lo sé. Solo sé que cada vez me duelen mas los hombros y la sensación de calor dentro de este horno de nieve se hace insoportable. Subitamente, un estruendo atronador nos sobresalta. Es una gran avalancha, que está cayendo en el Gasherbrum II. Ha barrido toda la cara este, creando una gran nube de polvo que cruza todo el llano glaciar por el que hace tan solo unos minutos hemos atravesado. En efecto, este no es un lugar seguro y este hecho hace que nos apresuremos un poco mas. Estamos practicamente agotados y deshidratados.
El sol nos aplasta al igual que lo hace el peso de las mochilas. Llegamos al final del valle, pero aun nos queda remontar una cascada de bloques de hielo para llegar al collado donde se instala el campo. La nieve es pésima y nos hundimos hasta las rodillas. No podemos seguir, así que aceptando este lugar como seguro, plantamos la tienda y nos disponemos a pasar la noche. Vemos alla abajo el campo 1, con todas sus tiendas de colores. Me pregunto a que esperan para avanzar. El tiempo es inmejorable. Quizás están esperando a que algún iluso abra la huella en este caos de nieve y hielo. No lo sé, pero no me importa. Me duermo.
Al día siguiente, el 1 de julio, desmontamos el campo provisional y volvemos a cargar todo a la chepa. Todavía duelen los hombros, pero tenemos la esperanza de que la jornada de hoy sea más corta que las 14 horas del día anterior.
El terreno es complejo, con multitud de grietas y bloques de hielo. Katia y su pareja, los holandeses, comparten con nosotros la dura tarea de trazar en este caos. Hay un momento en que no puedo aventurarme por un terreno muy vertical con semejante peso y decido dejar la mochila. Ya la recuperaré más tarde. Pasamos por unos puentes de hielo espectaculares y poco a poco, alcanzamos la loma que lleva al collado. Ya hace calor y la nieve se ha puesto muy blanda. Decido bajar a por la mochila, antes de que el camino de abajo se vuelva impracticable. Subo de nuevo, alcanzo a mis compañeros y proseguimos trazando este camino, con mucho esfuerzo. Caminar en la nieve blanda con casi 25 Kg a la espalda, bajo un sol de justicia y a 6.500 m, es una dosis de himalayismo de envergadura que no se olvida con facilidad.
Llegamos al collado e instalamos la tienda. Es un lugar venteado, así que construimos un buen hoyo para colocar nuestro refugio y le fabricamos un muro de protección alrededor. No puede haber sorpresas y esta tienda tiene que permanecer aqui protegiendo el importante material que hemos colocado, no sin esfuerzo, aqui arriba. Tenemos la tienda, la comida para varios días, gas suficiente, sacos, material de abrigo, 250 m de cuerda y material de escalada. Ha sido muy duro, pero aquí está la recompensa, hemos hecho ya la mitad de la montaña y tenemos el material para el resto colocado.
Descansamos tranquilos, tras estas 9 horas de suplicio.
Al día siguiente, cogemos la cuerda y nos dirigimos hacia el correor de los japoneses, empinada canal de hielo y roca que es el principal obstáculo hacia el campo 3. Llevamos solo la cuerda y esto lo agradecen nuestras espaldas. Avanzamos por la nieve blanda y de pronto comienza a nevar. El día se pone cada vez peor y decidimos dejar aquí la carga. Estamos cansados y hoy no vamos poder hacer más. Finalmente, decidimos bajar a descansar al campo base, donde llegamos tras 5 horas de descenso. Los objetivos se han cumplido tan solo en parte, pero estamos contentos. Hemos luchado valientemente y hemos avanzado un paso de gigante en nuestro camino a la cima de esta montaña. Mañana será otro día.

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