LA CIMA DEL GASHERBRUM (
Martes, 27 de Julio de 2004)
Casi no doy crédito cuando consigo poner mis pies sobre
la cima del Gasherbrum I. Son las 12 de la mañana y hemos
tenido que realizar 10 horas de esfuerzo para llegar hasta este
punto singular del Karakorum. Al final, nos hemos puesto de acuerdo
todos los interesados en subir a esta montaña y hemos trabajado
en equipo, abriendo una zanja en la nieve polvo que cubre toda
la montaña. Doy los últimos pasos y observo lo que
se esconde al otro lado. Impresionante. La verdad es que es una
cima esbelta y con una panorámica soberbia. Todos los que
estamos aquí nos hemos ganado a pulso la cumbre. El esfuerzo
ha sido desmedido con respecto a la altura de esta montaña.
55 días de campo base, al final, estirando la cuerda al
máximo, han dado su fruto. Hemos sido recompensados por
nuestra paciencia y tesón.
Para mis compañeros Willi y Raquel, la emoción
no puede ser más grande. Han coronado su primer ochomil
y aqui están, los dos abrazados en lo más alto.
Willi ha trabajado muy duro, pero se ha encontrado en muy buena
forma. Raquel ha sabido sufrir como una jabata y ha entregado
hasta el último ápice de energía para coronar.
Otro compañero, José, también ha conseguido
llegar al final. Estamos los 4 arriba y todos los demás
compañeros de otras expediciones, sin cuya colaboración
no habríamos podido subir. Unas cuantas fotos, abrazos,
lágrimas de emoción y comenzamos el difícil
descenso de esta montaña. El terreno es muy empinado, y
las condiciones de la nieve muy malas. Vamos de cara a la pendiente
y con sumo cuidado. De repente, José, nuestro compañero
de Elche que se ha adelantado un poco, resbala y comienza a caer.
En primera instancia parece que se detiene, pero no es así.
Toma velocidad y se precipita en el vacío, con un salto
de más de 800 m. Nos quedamos helados, pues ya imaginamos
el resultado. No es posible sobrevivir a esa caida. Es difícil
explicar el sentimiento de rabia e impotencia que sentimos. No
nos conociamos demasiado, pero estos días de expedición
son mas que suficiente para entablar una bella amistad, la cual,
de pronto y de forma cruel se ha quebrado para siempre. Que más
podemos entregar a esta montaña? Que sacrificio último
tenemos que realizar? No sé, pero cuando llego al campo
base no siento nada. Estoy vacío. Solo tristeza por lo
acontecido, sin que ningún atisbo de alegría llene
este triste momento. Cima, si, pero que amarga ha resultado. Qué
dificil llamada a su familia, para narrar lo peor que hubiese
imaginado contar en la vida.
Me voy a dormir, agotado, triste, aprendiendo una vez más
lo crueles que son estas montañas o lo crueles que llegamos
a convertirlas. Solo me queda la alegría de haber conocido
a una buena persona, de haberle visto conseguir su sueño
y de haber peleado codo con codo por conseguirlo. Solo espero
que el tiempo reconforte a una familia destrozada, que acepten
que los sueños de las personas marcan nuestro destino y
que vivimos de acuerdo a nuestras creencias. Hasta siempre Jose.
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