CAMINANDO HACIA DELANTE
Todo ha quedado atrás. Los días de ilusión en el Shisha Pangma, de esfuerzo por sus laderas, de miradas furtivas a su cumbre, ya son historia. Afortunadamente, los días de dolor tras el accidente, de incertidumbre, de traslados y de viaje, también han pasado. El reencuentro con los míos, con mi Tierra, con la vida, ha sido como una poción milagrosa que poco a poco va sanando mis 3 costillas rotas. Ahora es tiempo de descansar y de mirar hacia delante con ilusión. Sabéis que no es mi estilo lamentarme por lo que pudo haber sido y no fue o por aquello que nos sucede en nuestras singladuras himaláyicas. No, no lo es y además no sirve para nada. El accidente sucedió y suerte he tenido que al final sólo hayan sido un puñado de huesos rotos y no nada más grave. El Himalaya es así. Obtienes lo mejor y lo peor. Es un lugar intrínsecamente peligroso y accidentes como este son algo probable y que no nos coge de sorpresa. Sólo me queda agradecer a todos aquellos que me echaron una mano en los momentos difíciles. Son tantos, que la lista sería interminable. Javier con su tremenda humanidad y paciencia, aquel cirujano griego que me hizo saber que no había llegado mi hora todavía. Mi patrocinador, el Gobierno de Aragón, con su apoyo y comprensión. Como siempre los doctores Nerín y Morandeira, junto con todos los profesionales del Clínico Universitario de Zaragoza. Nuestra aseguradora FIATC, que siempre nos resuelve los problemas cuando nosotros ya no llegamos a hacerlo. La Televisión Aragonesa con sus equipos humanos y nuestros colaboradores Heraldo, La Caixa, el Ayuntamiento de Zaragoza, TrangoWorld, Artic, Ortosport, Bollé. Todos los diferentes medios de comunicación que habéis seguido las aventuras y desventuras con la profesionalidad que os caracteriza. Aficionados, seguidores y paisanos que cada día me llenáis de ánimo e ilusión. Carolina, mis amigos, Fran, Javier, Ángel, Juan…mis socios, mi hija Laura. Sois tantos y me dejo tantos más… A todos, gracias por vuestros desvelos y por vuestra ayuda. Os prometo a todos que os devolveré estos sufrimientos en forma de alegrías, de cumbres conquistadas y de aventuras llenas de pasión, lucha y entrega. Así será y para ello habrá que curar esta lesión y mirar ya hacia delante, hacia el Annapurna del año que viene. Cuando las cosas se tuercen un poco, en mi modesta opinión, hay que dar un salto hacia delante y buscar algo todavía más motivador y que nos obligue a superarnos a base de más esfuerzo, todavía, si cabe. Por eso quiero ir al Annapurna. Quiero acometer ese reto colosal y peligroso, quizás uno de los más complicados en esta recta de final del proyecto de los 14 ochomiles. Ante esa perspectiva tan grandiosa, las heridas sanarán antes y la ilusión se desparramará generosamente durante estos meses de preparación invernal. Seguro. Queda tiempo todavía, pero ya he empezado este nuevo camino, dejando atrás todo aquello que no me ayudará a caminar.
Carlos Pauner
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