foto: Santi Sagaste |
A MEDIO CAMINO
Pienso en el tiempo transcurrido. Cinco días desde que
llegué a este campamento base del Cho Oyu, a 5.700 m de
altura. La cosa no puede ir más rápida. En este
breve lapso de tiempo, ya he dormido en el campo 1 a 6.400 m de
altura y he podido llegar con toda mi carga al campo 2, a 7.100
m y colocar allá arriba mi pequeña tienda y todo
lo necesario para habitarla. Ha sido un trabajo duro de porteo,
porque al final he llevado comida, gas, saco, hornillo, tienda,
mucho peso, quizás demasiado para la poca aclimatación
que he conseguido en estos pocos días. La noche del campo
1 tuve algún dolor de cabeza, pero la ambición me
llevó al día siguiente hacia arriba, con la única
idea de colocar todo el el campo 2 y haber dado un paso de gigante
en esta expedición. Me cruzo por el camino con todo tipo
de gente. Gente que camina a un paso, a todas luces insuficiente
para hacer nada en esta montaña. Gente que lleva dos Sherpas
con todo su peso y va agonizando con la pesada carga de su cantimplora
de agua. También gente muy fuerte, como el asturiano Jorge,
gran persona y que camina como el rayo, a una velocidad muy por
encima de la media. En definitiva, un gran escenario donde podemos
encontrar de todo. El tiempo es bueno y para los próximos
días se esperan los grandes ataques a cima.
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Yo, trás colocar la tienda en el campo 2, me he bajado
hasta el campo base para descansar convenientemente. Tras el trabajo
realizado, voy a dejar pasar algo de tiempo para poder afinar
un poco más la aclimatación. Mi idea es, si nada
lo impide, descansar 3 o 4 días y luego, de tirón
subir hasta el campo 2, justo en la mitad de la montaña.
Allí tengo todo mi equipo y aunque el desnivel es grande,
se que esto me conviene. Desde aquí, evitando el campo
3, intentaré llegar de tirón a la cumbre. Ambicioso
plan, pero creo que muy ajustado a mis gustos y posibilidades.
La única incógnita, el breve periodo de aclimatación
que llevo y que de cumplirse todo, me colocaría en la cima
con tan sólo 10 días de campo base. Solo hay que
esperar que el tiempo se mantenga bueno, como hasta ahora, y que
esa falta de aclimatación a la altura se supla por el entusiasmo
y la energía que me darán estar tan cerca de la
cima de esta gran montaña. No quiero dejar pasar esta oportunidad
y aunque sea forzar un poco la máquina, creo que escalar
esta montaña de una forma elegante y rápida es un
bello broche de oro para esta temporada. Así que, de momento,
descanso en el base, buenos alimentos, sol y la grata compañía
de amigos de todo el mundo, como Santi de Ejea, Ivan de Ecuador,
Iñaki de Pamplona, Alex de Lemona, Jamy de Nueva Zelanda
o Andrew de Australia. Todos están aquí, por unos
motivos u otros, pero todos al pie de esta montaña, contando
historias y reviviendo anécdotas de otros encuentros. Siempre
el mismo denominador común, la montaña, las grandes
montañas y las aventuras vividas en sus laderas. Es un
ambiente muy propicio para poder cargar las pilas de cara al día
29 o 30, cuando habrá que entregarlo todo de nuevo, sin
tregua, para alcanzar la punta nevada del Cho Oyu. Por ahora,
reconfortarse con la idea de que ya estamos a mitad de camino,
y eso, por el momento, ya es mucho.
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